¡¡Cuántos años tiene esta camiseta¡¡. Si me pongo a Recordar, la referencia temporal que tengo es que la heredé de mi hija, junto con su jarrita de te preferida, cuando marchó a estudiar fuera.
A pesar de los ositos de su decoración, llegué incluso a utilizarla para salir a la calle…, luego quedó para casa. Lara terminó su carrera, y luego estudió más, y después más, y mientras tanto la camiseta siguió saliendo del baúl todas las primaveras.
Al cabo de los años, Lara dejó de ser una estudiante interesada en el medio ambiente, y pasó a ser una persona que trabaja de forma efectiva por el medio ambiente. Y tuvo una niña, y luego otra; y la camiseta lila –de una calidad a prueba de años- continuó acumulando lavados y formando parte del “ajuar” que me-pongo-en-casa-para-estar-cómoda.
En mi última visita a su casa me traje algunas ropitas de esas que ya les han quedado fuera de talla, pero cuya tela es cien por cien Recuperable todavía.
Y decidí unir ambos destinos: Un buen tejido de overlock con jirafitas (cosido en mis inicios costuriles con más pena que gloria), y la camiseta lila reciclada, que Regresaría cerca de su dueña inicial, o sea, iría a parar a sus niñas.
Utilicé este modelo de la revista Ottobre (marzo 2014): talle ligeramente bajo, falda totalmente fruncida, y abierto en los hombros.
En uno aproveché las mangas iniciales del vestido, porque la camiseta ya no daba para tanto…; en el otro le hice la manga amplia y hasta el codo -donde me llegó la tela-, de manera que pueda llevar un suéter debajo.
Me dio la tabarra la costura de unión de la falda y el cuerpo que, inútilmente, me empeñé en fijar con un pespunte visto. Luego, gracias a las observaciones de algunas blogueras he comprendido que en los tejidos de punto esto no es efectivo ya que el tejido se cede y no queda bien. Sara me propuso una buena solución que, finalmente he adoptado: una especie de volantito rematado con un repulgo, que se superpone al cuerpo. De ella dejo constancia aquí por si a alguien más le sirve (¡muchas gracias, Sara!).
Les incorporé unas aplicaciones siguiendo el estampado de la tela porque a mi nieta le encantan todas estas historias: ella me marca los requerimientos... La jirafa mamá y la hija escondidas tras unos matorrales para que no las vea el cazador. No se..., me preocupa cuando las vea..., creo que las jirafas siguen estando demasiado expuestas.
Estos vestidos, que ahora viajan a su destino, me han permitido justamente eso: reciclar, “erre que erre”.
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