Generalmente lo empleamos en costura para referirnos a un
trozo de tejido que se cose sobre otro para reparar un roto y alargar su vida.
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En estos casos tanto podemos echar un remiendo como echar
un parche o, más realista todavía, tapar un agujero, porque ya sabemos que más vale un remiendo feo que un agujero hermoso. Eso sí, a la hora de coser tengamos en cuenta la parábola bíblica que nos recuerda que nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; así pues, podrá concluir el lector que no hay mejor remiendo que el
de la misma tela.
En esta imagen que nos recuerda lo opuesto y a la vez lo
complementario, Lara y yo, delimitamos y confundimos nuestras manos buscando
remiendo no para nuestras ropas, sino para nuestro espíritu, en esa suerte de
yin y yang, de madre y de hija: “Tu me remendabas, yo te remendé, yo te eché un
remiendo, yo me lo quiteeeé”.
Y aprovechamos este soniquete de villancico navideño para
desearos todo lo mejor en el nuevo año, que siempre encontréis esa mano cercana
que dé compostura y remiendo cuando flaquee el ánimo.
¡¡ Feliz 2015 !!
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