Desde siempre me han encantado los ponchos, en cualquiera de sus múltiples versiones: largos, cortos, abiertos, cerrados, redondos, cuadrados, de pico... De hecho, a lo largo de mi vida he tenido varios. Me resulta una prenda absolutamente sencilla y cómoda, de las que siempre puedes tener colgada junto a la puerta de casa...
Quien iba a decir que estas “mantas de salir a la calle”, de origen amerindio, iban a popularizarse tanto. Últimamente parece que vuelven con fuerza; firmas importantes como Burberry incluso las personaliza: tú eliges el tejido y ellos te la hacen con tus propias iniciales en menos que canta un gallo. Eso sí, te cobran un ojo de la cara.
Así que cuando La Lío propuso el Cose Conmigo de su Balicam, rebusqué entre mis telas alguna que resultara conveniente. Enseguida lo tuve claro: un tejido cuyo derecho y revés sólo se diferencian en el tono, pero su dibujo queda perfecto por ambos lados (y este es un elemento interesante, porque en un poncho se suele ver mucho la parte interna).
No obstante, me pareció que el poncho rectangular era más cómodo para mí, así que cambié su forma geométrica. Aunque sin ninguna duda mantuve el estupendo cuello del Balicam. Creo que ninguno de mis ponchos ha tenido un cuello tan bonito.
Lo combiné con un canalé gris muy suave, al que coloqué una entretela finita en una de las caras delanteras para darle un poco de cuerpo, porque veía que el cuello no se mantenía; creo que así ha quedado mejor. En la parte de atrás utilicé a contrahílo la tela principal.
Evité los flecos, y otros remates colgantes, preferí una cinta tejida que le va bastante bien.
A la hora de cerrar los laterales, generalmente suele ponerse un botón o similar a la altura de la cintura en cada uno de los costados. Yo opté por cerrar los lados sólo en la parte inferior: esto me permite una gran holgura y total libertad de movimientos, quedando recogido por la parte de abajo. Así fue también el primero que tuve, de origen andino, y el que más me ha gustado de todos los que he llevado.
La verdad es que es una prenda de ejecución muy fácil: un poncho rectangular sólo necesita dos medidas: el largo que le quieras poner, y el ancho cuyo máximo será la medida entre una mano y la otra abriendo los brazos en cruz.
Pero introduciendo algunas variantes geométricas puedes tener diversas posibilidades: de forma triangular, rectangular alargado, de esquinas redondeadas, totalmente redondo... Y en cuanto a su confección, puedes pasar desde un tejido que te dejas caer por encima con un simple "tajo" para sacar la cabeza, a una mayor sofisticación jugando con rayas o cuadros, o quizá poniendo un ampuloso cuello, o tal vez un vistoso remate.
Ahí dejo algunos esquemas que he ido rebuscando, por si alguien está interesado:
Y con poncho o sin poncho yo no me pierdo el RUMS España de esta semana.
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