Ya se sabe que un vestido rojo puede: simplemente llevarse, o saberse llevar.
Verdaderamente, hay personas que parecen haber nacido para enfundarse un vestido rojo. Pero una servidora no.
En mi caso, llevo muchos años queriendo uno pero como, mal que me pese, creo ser del “sufrido” primer grupo, pues lo he ido aplazando y aplazando. Primero, por miedo a salir de esos colores más bien neutros hacia los que siempre me inclino y que forman mi área de comodidad en el vestir; y segundo, por miedo a acabar siendo una patosa vestida de rojo algo extravagante. Demasiados miedos.
Pero cuando uno tiene una edad, hay miedos que se deben arrinconar y riesgos que se deben correr. Así que un día decididamente me compré la tela: un crep en rojo vivo, con un cierto cuerpo y mucha caída. Entonces empecé a buscar el patrón adecuado: sencillo y sobrio que permitiera un uso múltiple. Y la preciosa tela se quedó más de dos años esperando en el armario.
Hasta que por fin, este año me armé de valor, en cuanto vi el modelo num. 17 "Grabrielle" de la Revista Ottobre 5/2011, o sea, éste:
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Es un número que recomiendo. No tiene desperdicio |
Me pareció un modelo perfecto: Cortado en la cintura, con pinzas en el cuerpo y en la falda y cremallera en el costado. Cubría mis expectativas de tanteo con el rojo, así que después de hacer las modificaciones correspondientes en el patrón me metí de lleno.
En la primera prueba me di cuenta de que las pinzas oblicuas que van de la cintura al pecho no me sentaban bien: supongo que debido al contorno de mi cintura me hacía bolsas debajo de la pinza. Después de varios intentos, finalmente las deshice y probé a hacerlas sobre el cuerpo con el vestido puesto. Acabé subiendo la pinza del pecho y recogiendo el exceso de tela inferior en otra pinza vertical (vamos, la forma más clásica), pero curvando y casi uniendo ésta última con la pinza del pecho.
Empecé a buscar en mis libros de costura y no encontraba referencias a una pinza curvada en la cintura. En otro momento hubiera tirado para adelante sin más, pero ahora prefiero mantenerme en la ortodoxia, -en lo tocante a la costura, al menos-. Así que le pedí opinión a
Anilegra. Ella me tranquilizó diciendo que cuando se cose a medida hay que hacer lo que pide el cuerpo y la tela, y que en determinadas ocasiones las pinzas curvadas pueden funcionar.
Aún así esa confluencia no me ha quedado bien, no se si será por la naturaleza del tejido o por estar demasiado juntas, pero no he conseguido arreglarlo ni siquiera con la plancha (que tantos fallos soluciona...). Cualquier sugerencia que se me haga será muy bienvenida.
La idea era simplificarlo quitando la organza de las mangas y el lazo del escote, pero me vi tentada y probé algún tipo de adorno para que no resultara tan escueto, por ejemplo con este lazo rodeando el cuello, procedente de la
Jasmine de Colette.
Finalmente desistí, me gustaba más liso completamente: un sencillo escote con vista. Me pareció que sería más fácil de combinar con cualquier chaqueta. Y así lo dejé.
En la manga también lleva vista.
Bueno y este es el resultado (¿quizá demasiado austero?..., qué le vamos a hacer, esa soy yo). Lo bueno de un modelo simple es que le puedes adaptar accesorios diversos según la ocasión, y siempre funciona bien.
Al principio lo fui combinando con negros y grises, pero luego me fui animando y le metí rojos.
No estoy segura de si me voy a sentir
del todo cómoda dentro de un rojo...; viendo las fotos me parece que estoy un pelín tensa, aún tengo que practicar más. Pero debo de reconocer que no parece vivirse mal dentro…
Vestida de rojo y todo, nos encontramos en
RUMS??